¿Te imaginas que un médico recetara el mismo medicamento a todos sus pacientes? Con la educación ha sucedido esto durante demasiados años: hemos recibido la misma receta que todos nuestros compañeros durante mucho tiempo.
Es imprescindible que pensemos en un tipo de aprendizaje donde a cada alumno se le ofrezca aquello que necesita. Lo que necesita, lo que le motiva y lo que es capaz de hacer.
Antes de empezar a personalizar, debemos saber con qué empezaremos. Para hacerlo, hay que tener en cuenta la autonomía del grupo, la información que tengamos del grupo y del momento del curso en el que nos encontramos.
También hay que tener en cuenta diferentes aspectos para personalizar: tipología de actividades, gestión de aula, agrupaciones y evaluación, además del nivel académico de nuestros alumnos. Pero para hacerlo debemos recoger la información de algún modo.
¿Cómo lo conozco?
- Feedback del curso anterior para conocer el punto de partida de mis alumnos.
- Prueba inicial: nos ayuda a conocer los contenidos asimilados y los que se deben trabajar más. Información general del grupo e individual de cada alumno en relación a los contenidos.
- Realizar ejercicios previos a un tema: antes de cada tema, podemos plantear ejercicios para obtener información del nivel de los alumnos.
¿Cómo puedo llevar a cabo este tipo de personalización?
- Adaptando ejercicios a diferentes niveles: bajo, medio y alto. Para los alumnos podemos asignarles otro nombre: oxígeno, campo base y reto. En función de la información inicial asignamos diferentes niveles de ejercicios y, a la vez, su realización nos ayuda a conocer el nivel académico de los alumnos.
Agrupaciones
- Grupos heterogéneos/homogéneos: conocer el nivel académico nos permite organizar los grupos en función de los diferentes niveles y decidir si nos interesa que sean heterogéneos o homogéneos. Por ejemplo, en situaciones específicas, nos puede interesar desarrollar algunas actividades en grupos homogéneos para poder atender a los diferentes ritmos de la clase.
- Grupos de aprendizaje cooperativo: podemos empezar a conformar los grupos base de aprendizaje cooperativo en función de diferentes niveles académicos (1 oxígeno, 2 base, 3 reto).
Evaluación
- Registrar la evaluación de contenidos: necesitamos ir recogiendo información de los alumnos para ir conociendo su evolución, ya que pueden ir avanzando durante el curso. Podemos evaluarlos mediante rúbricas para ubicarlos en un nivel.
- Ofrecerles el solucionario (autocorrección o corrección entre compañeros): motiva al alumno, agiliza las tareas del docente y permite una evaluación transparente.
¿Tienes algún otro consejo para adaptar el aprendizaje a cada alumno? ¡No dudes en decírnoslo dejando un comentario en el espacio que tienes a continuación!